martes, 28 de abril de 2009

Observando a la distancia

  • 27 de marzo de 2006
Felipe me vuelve loca, pero no sé cómo hacer para establecer un contacto con él. Es un año mayor que yo, está en el último año de secundario y siempre, pero siempre, está en los recreos con sus amigos. Nunca lo veo solo. No se me ocurre un pretexto para hablarle espontáneamente, y menos si está siempre con otro grupo de gente. Así que paso mis mañanas observándolo desde lejos, deleitándome con su imagen y sus reacciones... Pero no puede ser... Hace pocos días que me fijé en él y ya me flechó de esta manera... No hay ni una mañana que no lo busque con la mirada y me quede perdida en su rostro. No se me ocurre cómo acercarme... y me está desesperando un poco la situación.

Es un chico muy tranquilo y esa es la razón por la que nunca antes me había fijado en él. Pasa desapercibido. Siempre tiene a sus amigos alrededor y no llama la atención para nada. Y eso es justamente lo que me atrae de él... pero siendo él introvertido y yo tan tímida, ¿cómo voy a hacer para hablarle?

Por suerte existe Internet. Mi mejor amigo Lucho me consiguió su msn!!! Se lo pidió a unos conocidos de él, que son compañeros de Felipe. El único problema es que, según ellos, se conecta poco y nada. Pero no importa... espero encontrarlo en línea algún día. Porque de algún modo necesito tener un contacto con él, aunque sea a través de la red y no cara a cara, por lo menos para empezar a hablarle... Para que sepa que existo...
Porque contemplarlo cada mañana es hermoso, pero no quiero que se convierta en otro de la lista de mis amores platónicos con los que nunca tuve contacto por timidez. Este chico me gusta de verdad.

Ahora lo único que queda es esperar...

Almendra*


Woah Photography

viernes, 24 de abril de 2009

La primera impresión

  • 15 de marzo de 2006
¡Uf, qué día! Era una mañana completamente normal, pero eso cambió con el transcurso del día. El profesor Fernández daba su tediosa clase de Filosofía mientras algunos alumnos jugaban a las cartas clandestinamente, otros conversaban entre ellos generando un constante y molesto siseo, otros intentaban prestar atención a la lección (la mayoría sin lograrlo) y el resto luchaba contra el impulso de dormirse en el aula. Yo me encontraba en este último grupo, combatiendo con mis párpados para que no se cerrasen, lo cual era difícil debido a las insuficientes tres horas de sueño que tuve ayer. Mi aburrimiento me llevó a buscar distracciones para mantenerme despierta, y mi mirada se dirigió hacia la ventana (mi banco se encuentra a su lado). La vista era la misma de siempre: el pasillo desolado (todos los alumnos se encontraban en sus respectivas aulas), en el patio la portera barriendo, el kiosquero recibiendo los productos del día, las tres banderas en sus mástiles flameando con el viento (la argentina, la bonaerense y la italiana), el sol iluminando el cielo y los edificios que se extendían a lo lejos, algunos pájaros que de vez en cuando pasaban y comían las migajas que quedaron del primer recreo... ¡Qué calmo estaba todo! Esto sólo contribuía a que mi sueño se incrementase.
Pero de golpe el escenario cambió. Pasó algo que atrajo totalmente mi atención. Más bien no "algo", sino "alguien". Un chico salió del salón contiguo al mío y se dirigió hacia la sala de las preceptoras, que estaba justo al lado de mi ventana. No dejé de observarlo durante su corto recorrido, pero él no se percató. Me quedé perpleja, nunca había notado la presencia de este muchacho en la escuela, pero sin embargo sabía que lo conocía. Sé que hace tres años que lo veo casi todos los días, desde que yo ingresé al colegio en 8vo año, porque él ya cursaba en ese momento... Pero nunca me había detenido a mirarlo. Alto, delgado, de tez clara y suave, cabellos dorados que le caen desprolijamente en su rostro, y unos ojos azules oscuros que me recuerdan la inmensidad del océano.
El muchacho habló de forma muy educada con Nilda (preceptora), quien le dio unos cuadernos. Al volver hacia su aula, yo seguía observándolo y en ese momento su mirada se cruzó con la mía. Sentí como si me hubiera quedado sin aire; una sensación inexplicable se situó en la boca de mi estómago y rápidamente desvié la mirada hacia otro lado. Noté que él hacía lo mismo y al mismo tiempo volvía hacia su salón. Nuevamente lo contemplé durante su trayecto... ¡¿CÓMO NUNCA ANTES ME HABÍA FIJADO EN ESTE CHICO?!

Durante el segundo recreo, como de costumbre, fui con mis amigas a charlar con la portera Susana, nuestra compañera de chismes. Le pregunté quién era el chico misterioso, ese que capturó tan fácilmente mi atención. "Felipe", dijo. Un chico introvertido, buen compañero según tenía entendido, educado, responsable, buena persona; pero muy tímido.

Felipe... ¿cómo voy a hacer para acercarme a vos?

Almendra*


martes, 21 de abril de 2009

Almendra

"Los verdaderos escritores son aquellos que quieren escribir, necesitan escribir, tienen que escribir" dice Robert Penn Warren. Yo no sé si seré una verdadera escritora, pero lo cierto es que se me hace indispensable exteriorizar mis sentimientos y la mejor manera que encontré para intentar lograrlo es a través de la escritura. A veces siento tal caos emocional en mi interior que ésta es la única manera de apaciguarlo.

La historia de Almendra (mi historia) empieza hace tres años, cuando se cruza en el camino uno de esos amores platónicos y fervientes de la adolescencia. Por ende, los escritos del diario que publicaré comienzan en el 2006 y su archivo se extiende hasta la actualidad.

Al inicio, Almendra es una típica chica de 16 años, oriunda de Buenos Aires, que además de ir al colegio realiza otro tipo de actividades, como danza y gimnasia. Le encanta pasar tiempo con sus amigos, su familia y además es una alumna muy aplicada. Pero tiene un problema: es insegura y esa falta de confianza en sí misma la hace cometer muchos errores y congelarse ante las situaciones que la alteran. En particular es muy tímida con los chicos, aunque sólo con los que le gustan, porque tiene muchos amigos varones. No suelen gustarle muchos muchachos a la vez, y cuando encuentra a uno que realmente le encanta, sólo tiene ojos para él. No tiene un buen recuerdo de su primer y único novio (que le duró una semana) y considera que aún no se ha enamorado realmente... hasta que aparece Felipe en su vida.

A lo largo de tres años vive situaciones hermosas o lamentables, felices o lúgubres... y siempre Felipe es el centro de su corazón y sus pensamientos.

¿Qué le deparará el destino a Almendra?
Eso se irá desvelando a través de su diario.

He aquí la historia de Almendra, mi historia, tu historia tal vez (seguramente te sentirás identificada/o con alguna de mis experiencias), para quien quiera leerla.