martes, 10 de noviembre de 2009

La bomba

  • 15 de noviembre de 2006
Nota: los escritos de este día fueron redactados posteriormente, por eso van a encontrar distinto tiempo verbal. No plasmé esta etapa en mi diario original, pero la guardo intacta en mi memoria, y es un capítulo importante de la historia.



Había llegado el día. El día en que se acababa el silencio, terminaban los secretos, un punto final a mi incansable timidez: esa mañana aflorarían mis sentimientos, saldrían a la luz. Y ya nada importaría. Porque él iba a saber lo que yo sentía y, pese a mi terror a un posible rechazo, iba a sacarme un peso de encima. Ya no sentiría ese nudo en la garganta al verlo pasar y mi corazón ya no querría escapar desesperado de sus cadenas de silencio para gritarle que lo quería... que lo quería demasiado. No, porque esa mañana, gracias al plan de Male, se iba a enterar de todo y después le tocaría a él decidir el desenlace. Todo eso iba a pasar. Si no hubiera sido por un pequeño detalle...

El plan se iba a concretar a la salida del colegio, porque antes teníamos examen y no podía distraerme con Felipe. Estaba a punto de finalizar el último recreo, yo en el pasillo leyendo sola, cuando mi compañera Rocío vino corriendo hasta mí. Parecía poseer una noticia muy importante y sentirse orgullosa de eso (ella es como la "chismosa" del curso, siempre difundiendo los nuevos rumores). Y, en efecto, la tenía.
-Almendra... ¿te enteraste?- dijo con su rostro expectante.
- ¿Qué? - retruqué con desconfianza. Mi temperamento pesimista siempre me hace pensar lo peor.
- Felipe... se puso de novio con una chica de su curso.- Esta vez mi naturaleza negativa no se equivocaba.
- Ah... no, no sabía.- intenté poner la mejor cara de póker que pude, simulando indiferencia. Rocío me sonrío tristemente, como si se tratara de acabar de perder un estúpido partido de handball o desaprobar una maldita prueba, y se fue.

Y yo no podía sentirme peor. Fue... como una bomba, que bajaba por mi esófago y explotaba en mi interior, destruyendo todo a su paso. Luego un escalofrío que recorrió espalda, y un dolor en el pecho... mi corazón. Casi podía escuchar cómo una grieta se abría paso a través de él, matando toda la ilusión que allí había depositado.
Aguanté las lágrimas... por unas horas. Pese a mi devastación tuve que rendir el examen final de Historia Argentina. No podía permitir que un chico me estropeara el corazón y encima me hiciera desaprobar. Con la hoja en blanco frente a mí, tenía que concentrarme en la clase obrera, Evita, Perón... Felipe con sus encantadores ojos azules agradeciéndome las hojas que le imprimí... No, no: la dictadura del '76, los desaparecidos... Felipe tomando la mano de otra chica, sus labios besándola, desapareciendo de mi vida.... BASTA: la guerra de Malvinas... Qué ganas de ganarle a esa chiruza que ni conocía, qué bronca perder la batalla sin haber peleado, sin chances de ganar... ¡Concentración! El retorno de la democracia... Felipe volviendo la mirada hacia mí, su sonrisa perfecta, sus cabellos dorados... un corazón partiéndose.

Y entre tanta confusión, entregué la prueba y además me sobró tiempo. [Me saqué un 9] Apenas sonó el timbre salí apresuradamente del salón, sin esperar a mis amigos: quería marcharme cuanto antes de ahí. Y el remedio fue peor que la enfermedad: a través de la ventana de 3º lo vi a Felipe besándose con su novia. Si mi corazón podía estar más roto, ese fue el momento en el que se desplomó. Ya no pude evitar las lágrimas. Caminé casi corriendo las cuatro cuadras hasta mi casa, saludé rápido a mi mamá y me encerré en mi habitación. No quise comer, no quise hablar. Esa tarde sólo quise llorar. Y entre lágrimas y sollozos que no parecían tener fin, hasta que mis ojos se secaron, todo se fue oscureciendo y me atrapó el sueño.

Es la primera vez que me siento tan herida por un chico. Y lo peor es que sé que la culpa es sólo mía. Cuando los ojos ya no son capaces de emitir más lágrimas... ¿no sienten que es el alma la que llora?

Almendra*