jueves, 17 de diciembre de 2009

Un maldito mail

  • 19 de diciembre de 2006


Hay una canción de Ale Sanz que dice: "Podría haber llorado un mar de lágrimas saladas, arrojarme a los abismos y partirme en dos el alma, desatar la tempestad y el huracán de mi garganta y confesar desesperado que no puedo con mi rabia,
Aunque en mi actitud no soy tan evidente, no puedo sufrir más..."

* ¿Alguna vez sintieron un vacío grande en el corazón? ¿Un hueco que, pese a los amigos que nos brindan su cariño y la familia que nos ama, es difícil de llenar?
* Tal vez sean los amigos especiales que se alejan de a poco...
* Tal vez sean los seres queridos que no están con nosotros y sentimos la necesidad de verlos, hablarles, abrazarlos...
* Tal vez sea el amor, que nunca llega...
* Tal vez sea la cobardía y el que no nos guste nuestra forma de ser...

No sé qué será. Pero sé que por estos días siento ese vacío. Y espero que sane pronto.
"El dolor cuando es por dentro es más fuerte..."



El 7 de diciembre lo vi por última vez, en el acto de fin de año de la escuela, en el cual le entregaron una medalla por graduarse de la secundaria. Y no lo saludé, no me despedí. No, siempre rodeado de amigos o peor, de su novia. Era su noche y no lo quise molestar.
Hace unos días le mandé un maldito mail. Corto, pero conciso. Típico de mí: cuando ya no lo veo más, cuando no hay chances, ahí le digo lo que siento, y por escrito. De cobarde que soy.

Era un mail simple. Decía más o menos así: "Sé que te tendría que haber dicho esto antes y no ahora que estás de novio. Quiero que sepas que 'sigo teniendo la intención de quererte hasta que se apague mi sol' [qué cursi lo mío] Me hubiera gustado decírtelo antes, pero mi timidez no me dejó. Perdoname si te molesta que te lo diga, sé que no es el mejor momento, pero tenía que decirlo porque no podía guardarlo más, iba a explotar. Te deseo que seas muy feliz con ella. Por favor, te pido que me contestes, aunque sea un insulto, pero contestame algo, lo que sea."
Así de desesperada estaba. Por msn, me dijo que lo iba a leer (supuestamente no estuvo abriendo el correo). Yo aún sigo esperando su respuesta.

Almendra*


lunes, 14 de diciembre de 2009

No existe el destino

  • 4 de diciembre de 2006

Las lágrimas se desprenden de mis pestañas,
surcan mi rostro y se deslizan por mi piel.
El dolor es intenso, las heridas profundas,
destrozan mi corazón y me reinventan el ayer.

Apareciste una mañana de abril,
una luz de esperanza en mi interior se encendió,
las ilusiones brotaron en mi alma al fin,
tu calor secó mis penas, la tormenta se desvaneció.

Pero me destruyes nuevamente,
me desgarras... me derrumbas...
Te fuiste con el viento... suave, despacito
dejando a la deriva esta flor de pétalos marchitos.


* Es difícil de explicar: ni yo lo entiendo. No sé cómo puedo llegar a querer tanto a alguien que casi ni conozco, a alguien que no es mío. Tenía esa sensación extraña de que él era el chico indicado, el que estaba esperando, el que me había marcado el destino. Pero el destino no existe, es sólo una ilusión que inventamos para convencernos de cosas a las que no les encontramos explicación. Pero no, fuera de ese mundo imaginario, no existe.

Para empeorar las cosas, al parecer ahora, que está de novio, ya no soy invisible para Felipe. Ahora se cruza con mi mirada, de vez en cuando saluda de lejos (o de cerca) y hasta una vez salió del curso sólo para saludarme. ¿Qué pretende? No lo sé. Ni él debe saber. Cabrón ¬¬

Es una etapa un poco fulera: el año no parece acabarse nunca... ahora está comenzando su fin y no volveré a ver a Felipe, lo cual no sé si es bueno o malo... pero pone triste. Y, además, estoy enferma. No es "una" enfermedad, más bien un estado crónico, un malestar físico y anímico. A decir verdad estoy comiendo poco y encima tengo que hacer dieta porque la comida me cae mal, con lo flaca que estoy (arroz, té, galletitas de agua... divertidísimo). Y el calor me devasta: todas las tardes me baja la presión, me mareo y tengo que acostarme (parece una regla inviolable ya). Obviamente no digo que Felipe sea la causa. Aunque es un poco extraño que desde el día de "la bomba" tenga estos síntomas casi diariamente. Por eso, aunque sea triste, quiero que termine el año. Tal vez no ver más a Felipe sea la cura de mi mal.

Almendra*