sábado, 28 de agosto de 2010

Moonlight // ALE SANZ Y YO

  • Noviembre de 2009

Sábado a la noche, cumpleaños de 20 de Damián, mi compañero de facultad. Ese mismo que a lo largo de 1 año me confesó en reiteradas ocasiones su amor y todas las veces lo rechacé por estar esperando a Felipe. Hace unos días, en pleno viaje de colectivo, yo estaba sentada a su lado y pasó su brazo alrededor de mi cuello. Yo no sabía dónde meterme ni cómo reaccionar para no hacerlo sentir mal, pero tampoco darle a entender otra cosa. Desvié la mirada hacia la ventanilla y no le hablé más hasta que me bajé. ¡Qué situación incómoda! Él ya sabe lo que siento por Felipe, no sé por qué sigue insistiendo conmigo.···

En fin, estaba en el cumpleaños de este chico y a la noche salimos por el centro. Le mandé un mensaje a Felipe para ver si había salido, y ¡sí! Me dijo en qué bar estaba y que pasara así nos veíamos. Pero como yo no era la anfitriona, el lugar no lo elegía yo. Recorrimos varios bares, pero ninguno nos convencía. Yo insistía: "vayamos a Moonlight", pero no sé si Damián sospechaba o qué... el tema es que entrábamos a cualquier lado, menos a ese bar. Al fin pasamos por la puerta y, ante la presión de todos, no quedó otra alternativa. Se iluminó mi corazón de alegría cuando enfilamos para entrar mientras sacábamos el DNI para mostrarle al de seguridad. Esta situación nunca se había dado con Felipe, nunca habíamos estado juntos en un bar, podía pasar cualquier cosa...
···
De pronto, mi expresión se transformó cuando escuché al patovica del bar decir: "vos no podés entrar". ¡¡¿¿QUÉ??!! No, no me lo decía a mí. Se lo decía a Damián, que estaba absorto. "¿Qué? ¿Por qué?", preguntó. "Porque estás con bermudas y sólo se puede ingresar con pantalones largos".
NAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH...
no lo podíamos creer. ¡¡Nunca nos había pasado algo así!! Las quejas se mezclaron con las súplicas ("dale, por favor, dejalo, es el cumpleaños"), pero no hubo caso, el tipo no dio el brazo a torcer. Nos fuimos insultando y prometiendo que jamás volveríamos a ese lugar con requisitos de admisión tan ridículos. ¡Ni que fuera un salón de gala! Es un maldito bar común de provincia de Buenos Aires.

Mientras caminábamos hacia otro lugar, le mandé un mensaje a Felipe avisándole que no habían dejado pasar a mi amigo y que como era su cumpleaños, yo no podía cortarme sola. Me quería tirar a un pozo cuando recibí su respuesta: "salí a la puerta para saludarte..." y yo ya estaba a tres cuadras del lugar. ¡¡%$·#"!! El resto de la noche transcurrió entre mi malhumor y miradas asesinas a Damián. Que, ya sé, no tiene la culpa de lo que pasó... pero qué bien le salió, él no quería que yo lo viera. Flor de desencuentro, che. ¡¡QUE MALA SUERTE!!

Más allá de Felipe, igual la alegría no me la quita nadie... Porque esta semana, cumplí uno de los SUEÑOS DE MI VIDA... Conocí al artista que amo y admiro, y tuve la oportunidad de verlo en dos ocasiones. El primer día, recibió a sus fans en el hotel (súmmun de amabilidad y dulzura), charló con nosotras y se sacó fotos. El segundo día, gané entradas para la firma de autógrafos. LO AMO. Es perfecto y súper considerado con su público. Me refiero a ALEJANDRO SANZ. Para ver mis fotos con él, click aquí: Ale Sanz y yo


Almendra

sábado, 21 de agosto de 2010

El reencuentro más esperado

Es raro cuando es pleno octubre primaveral, pero aún así el tiritar de los dientes perdura y todo el cuerpo es sacudido por temblores. En mi caso eso significa una sola cosa: nervios incontrolables. Tuve que tomarme un té de tilo para aflojar con la tensión y, sin embargo, cuando llegué a la casa de mi amiga seguía sumamente nerviosa. Mientras esperábamos que se hiciera la hora para ir al cumpleaños, me llegó un mensaje de texto de Felipe diciendo que llevara una cartera grande "para que quepa una carpeta". ¡Es un divino! Eso significaba que me había conseguido la revista que le pedí, la que sale sólo en España, y que eso de que no la pudo comprar era puro teatro para darme una sorpresa. No puede ser más dulce...
···
Por fin se hizo la hora de ir a la fiesta y, aunque la ansiedad me mataba, me alegré de comprobar que Felipe aún no había llegado. Porque esto era una prueba de fuego... a partir de este encuentro se iba a definir el futuro de nuestra relación... o de nuestra amistad.
Al cabo de un rato Ezequiel, uno de sus mejores amigos y de los míos también, se acercó a mí y a mi grupo. "¿Estás contenta, no? Que hoy lo vas a ver después de tanto tiempo". Esbocé una sonrisa estúpida como respuesta, no tenía mucho que decir (o en realidad sí, demasiado) y no quería pensar más, para no seguir alimentando los nervios. De pronto, éste que dice ser mi amigo lanzó las peores palabras que podía pronunciar en ese momento: "Pero, te contó, ¿no? Que está de novio." Déjà vù. Yo esto ya lo viví. El tiempo me remontó a tres años atrás, cuando yo apostaba a jugarme la vida y me tumbaban unas palabras similares. Mi reacción fue exactamente la misma: la sonrisa se esfuma al instante para ser reemplazada por una cara de póker, un escalosfrío recorre la espalda, al tiempo que una bomba baja por el esófago para explotar en el interior, destrozando todo a su paso; las lágrimas luchan por huir a través de los ojos, pero son detenidas por mi negativa a exponer el dolor. "¿Está acá? ¿La de la foto?", pregunto como si nada. "Sí, ella, es uruguaya pero está viviendo en España", me contesta mi amigo con cara de resignación. "No, no sabía nada", le contesto. Y desaparecí de la realidad.
Noté cómo el resto de mis amigos quería asesinar a Ezequiel con la mirada (e incluso con algún golpe seco). Creían que no era el mejor momento para darme una noticia semejante, que me pinchó el globo. Puede ser. Pero yo no me enojé. Preferí saber la verdad y desbaratar mis ilusiones ingenuas. Pero esa noche ya no fui yo. No fui Almendra. Fui una sombra de lo que suelo ser, un espejismo de pena. Soy mala actriz, no sé disimular la tristeza.
···
En ese estado melancólico, vi cómo a lo lejos se acercaba un grupo de chicos entre los cuales yo sólo podía ver a uno: esa cabellera rubia, ese cuerpo alto y esbelto, esa sonrisa inmensa que iba creciendo más y más mientras se acercaba a mí con los brazos abiertos de par en par para darme uno de los abrazos más lindos de mi vida... Un abrazo que, sin embargo, no aproveché. Los nervios, la tensión, la angustia, la desilusión, también la alegría y la excitación, todas esas sensaciones mezcladas, hicieron que me desprendiera muy rápido de sus brazos y que lo primero que lograra decirle fuera: "¿Me trajiste la revista?"

¡¡¡ASESÍNENME!!! Lenta y dolorosamente, por favor. ¿Cómo le voy a decir eso? ¿Cómo, después de esperar dos años y medio para volver a verlo, lo primero que hago es preguntarle por una revista...? ¡QUE NO ERA LO IMPORTANTE! Lo fundamental era verlo a él, y quedé como una interesada egoísta. Diecinueve años tengo y no se me ocurre una frase coherente para decirle. Pero bueno, no hay marcha atrás con eso.
Él me miró, volvió a sonreirme y me regaló no sólo una, sino dos revistas. "Una para que la recortes y otra para que la guardes". Me morí de amor. Toda la melancolía anterior fue reemplazada por una alegría inmensa por tener a este chico tan especial frente a mis ojos. Felipe siguió saludando, para lo cual entró al salón, yo permanecí en el patio. Entre los halagos de mis amigas ("es un divino, un amor, se acordó de vos, le importás") y las burlas de mis amigos ("qué pollerudo, ay estás roja, ¿tenés calor?"), la noche siguió su curso.
···
Felipe era el centro de atención, cada vez que lo veía estaba hablando con alguien distinto (lógico, después de pasar más de un año en otro país) y no sé si era a propósito o yo quería evitarlo, pero cuando yo estaba dentro del salón, él estaba afuera, y viceversa. Mis amigas se hartaron de mi actitud infantil de nena tímida y me obligaron a ir a hablarle. Así que charlamos... no tanto, pero más que nunca, más que nada de su viaje. Si tuviera que contar todo lo que pasaba por mi cabeza, no termino más... La vorágine de emociones cada vez sumaba más escala y llegó al punto cúlmine cuando volvió a invitarme a su casa. Le dije que sí, que después arreglábamos bien. Y me fui de la fiesta como a las 5 a.m., con un lío en el corazón que va a costar mucho ordenar.
···
No pude dormir esa noche. Horas dando vueltas en la cama. Conclusión del insomnio: me encantó volver a verlo. Me gusta como siempre y, a la vez, más que nunca. La esperanza que estaba por las nubes cayó hasta enterrarse en lo prufundo. ¿Por qué tenía que volver con novia? ¿Para qué lo esperé? ¿Fue todo en vano? ¿Me ilusioné con alguien que nunca me corresponderá? Pero a la vez, la supuesta novia está en España. Y él aún no me contó nada de ella, ni que estuviera en una relación (y ni le pregunté). Puede que la llamita de esperanza todavía no se apague del todo... ¡QUIÉN SABE!



Almendra*

miércoles, 18 de agosto de 2010

Sí, está en Argentina


  • 24 de octubre de 2009
A veces juego a salir un rato de mí misma y ver cómo se ve mi vida desde afuera, en el exterior de este remolino de emociones y sensaciones múltiples. Y sí, creo que este pedacito de mi historia bien podría ser digno de una novela si fuera adornado adecuadamente.
Pero esto no es un adorno, esto es MI VIDA, y así transcurre. Azorada por un amor platónico, envuelta totalmente por él.

El miércoles Felipe me habló como no conectado... ¡¡y está en Argentina!! Volvió el 6 de octubre... así que cuando yo me preguntaba desesperada dónde podría estar, resulta que lo tenía a unas 15 cuadras de mi casa. Dice que me mandó un mail para avisarme (mmmmh....). Bueno, eso ya no importa. Me pasó su celular y me repitió que quería verme, que él tenía tiempo disponible así que le avisara.

Felipe... dice:
*si tenes alguna tarde libre avisame
*y te venis para casa si tenes ganas
*te muestro algunas fotos... que se yo... no se
*fijate
Le pregunté si había conseguido la revista que le pedí (una que sale sólo en España), pero al final no, porque cuando recibió el mensaje ya estaba en Argentina. Bueno, no es importante, ya verlo a él sería la mayor satisfacción del mundo.
Finalmente, nos dimos cuenta que los dos íbamos este sábado (hoy) a la misma fiesta de cumpleaños. ¡¡Y YO ESTOY COMO LOCA!! Como supuse, los nervios ya empezaron a traicionarme y mi estado físico se está deteriorando. Ya empiezo con los mareos... es que verlo, así, después de dos años y medio de sólo soñarlo, no saber qué pasará... Siento que en esta noche está todo mi futuro en juego. Soy una exagerada, no puedo evitarlo.

No importa, no puedo faltar, es ahora o nunca. Me tomo una pastilla, me baño, me cambio y salgo para la fiesta...

Que sea lo que sea.

¡¡QUIERO GRITAR!!


Almendra*


lunes, 9 de agosto de 2010

¡VUELVE!

  • 24 de septiembre de 2009
¡¡No caigo!! Era un día perfectamente normal, hasta que abrí mi correo electrónico... ¿y qué veo? ¡Un mail de Felipe! Un mail que me sorprendió totalmente, porque tras su desaparición de meses, da una noticia bomba: vuelve a la Argentina a principios de octubre. ¡Antes de lo esperado! (Incluso yo ya estaba dudando que volviera...). Por fin la espera comienza a amenguar. Por fin. Por fin, después de más de dos años de no verlo en persona, por fin se acerca la posibilidad de volver a tener esos ojos frente a mí... me da escalosfríos de sólo pensar en tenerlo cara a cara nuevamente.
  • 15 de octubre de 2009
Hace mucho empezaron los "primeros días de octubre", pero aún no tengo noticias. Me está atrapando la ansiedad y la incertidumbre me descoloca... ¡Qué nervios! ¿Dónde estás? :'(
  • 19 de octubre de 2009
¡¿CUÁNDO VUELVE?! ¡Lo quiero ver! Tengo mucho miedo, y nervios, y ansiedad, ¡pero lo quiero ver! Quiero saber qué pasa. Quiero ver cómo sigue esto. Quiero ver cómo sigo yo. ¿Olvido? ¿Amor? ¿Dolorosa amistad? Necesito saberlo. ¡YA!



Pase lo que pase en silencio te querré tan sólo a ti.

Almendra*