- Noviembre de 2009
Sábado a la noche, cumpleaños de 20 de Damián, mi compañero de facultad. Ese mismo que a lo largo de 1 año me confesó en reiteradas ocasiones su amor y todas las veces lo rechacé por estar esperando a Felipe. Hace unos días, en pleno viaje de colectivo, yo estaba sentada a su lado y pasó su brazo alrededor de mi cuello. Yo no sabía dónde meterme ni cómo reaccionar para no hacerlo sentir mal, pero tampoco darle a entender otra cosa. Desvié la mirada hacia la ventanilla y no le hablé más hasta que me bajé. ¡Qué situación incómoda! Él ya sabe lo que siento por Felipe, no sé por qué sigue insistiendo conmigo.···
En fin, estaba en el cumpleaños de este chico y a la noche salimos por el centro. Le mandé un mensaje a Felipe para ver si había salido, y ¡sí! Me dijo en qué bar estaba y que pasara así nos veíamos. Pero como yo no era la anfitriona, el lugar no lo elegía yo. Recorrimos varios bares, pero ninguno nos convencía. Yo insistía: "vayamos a Moonlight", pero no sé si Damián sospechaba o qué... el tema es que entrábamos a cualquier lado, menos a ese bar. Al fin pasamos por la puerta y, ante la presión de todos, no quedó otra alternativa. Se iluminó mi corazón de alegría cuando enfilamos para entrar mientras sacábamos el DNI para mostrarle al de seguridad. Esta situación nunca se había dado con Felipe, nunca habíamos estado juntos en un bar, podía pasar cualquier cosa...···
De pronto, mi expresión se transformó cuando escuché al patovica del bar decir: "vos no podés entrar". ¡¡¿¿QUÉ??!! No, no me lo decía a mí. Se lo decía a Damián, que estaba absorto. "¿Qué? ¿Por qué?", preguntó. "Porque estás con bermudas y sólo se puede ingresar con pantalones largos".
NAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH... no lo podíamos creer. ¡¡Nunca nos había pasado algo así!! Las quejas se mezclaron con las súplicas ("dale, por favor, dejalo, es el cumpleaños"), pero no hubo caso, el tipo no dio el brazo a torcer. Nos fuimos insultando y prometiendo que jamás volveríamos a ese lugar con requisitos de admisión tan ridículos. ¡Ni que fuera un salón de gala! Es un maldito bar común de provincia de Buenos Aires.
Mientras caminábamos hacia otro lugar, le mandé un mensaje a Felipe avisándole que no habían dejado pasar a mi amigo y que como era su cumpleaños, yo no podía cortarme sola. Me quería tirar a un pozo cuando recibí su respuesta: "salí a la puerta para saludarte..." y yo ya estaba a tres cuadras del lugar. ¡¡%$·#"!! El resto de la noche transcurrió entre mi malhumor y miradas asesinas a Damián. Que, ya sé, no tiene la culpa de lo que pasó... pero qué bien le salió, él no quería que yo lo viera. Flor de desencuentro, che. ¡¡QUE MALA SUERTE!!
Más allá de Felipe, igual la alegría no me la quita nadie... Porque esta semana, cumplí uno de los SUEÑOS DE MI VIDA... Conocí al artista que amo y admiro, y tuve la oportunidad de verlo en dos ocasiones. El primer día, recibió a sus fans en el hotel (súmmun de amabilidad y dulzura), charló con nosotras y se sacó fotos. El segundo día, gané entradas para la firma de autógrafos. LO AMO. Es perfecto y súper considerado con su público. Me refiero a ALEJANDRO SANZ. Para ver mis fotos con él, click aquí: Ale Sanz y yoAlmendra