martes, 26 de mayo de 2009

El milagro de Internet

  • 6 de abril de 2006

Ya me estaba asustando. Hace semanas que agregué a Felipe al msn y hasta le había mandado un mail disfrazado en una cadena, con el pretexto de la venta de rifas que realiza mi curso para recaudar fondos para nuestro viaje de egresados (el premio: un gran huevo de pascuas, ya que se acerca esa celebración). Pero nada. Ni se conectó, ni contestó el mail (no esperaba que lo hiciera igualmente). Pero esta noche, por fin, ¡apareció en mi mundo virtual! Y claro que aproveché la ocasión para hablarle... Mi corazón comenzó a latir violentamente al recibir el modesto “hola” que envió, y luego disculpándose de antemano por no saber quién era yo. No me importó, ¿cómo iba a saberlo? Admito que tuve que actuar un poco, aunque odie las mentiras, pero en cierto sentido tuve que disminuir mi emoción y mis ganas de hablarle, y fingir que lo había agregado al msn para publicitar la venta de rifas. No podía decirle lo que sentía en ese momento ni por qué tenía tantas ganas de conversar con él, ya que ni me conoce, ¿qué hubiera pensado...?

La conversación fue interesante e informal, realmente no tocamos ningún tema de gran importancia: hablamos de las rifas, la escuela, su futuro viaje de egresados a Bariloche, si yo sabía quién era él, si él me ubicaba a mí... Aunque la charla fue trivial, cada palabra que él decía cobraba un gran significado para mí y me asombré ya que lo creía un chico un tanto esquivo y tímido, pero resultó ser una persona muy sociable, al menos a través de Internet; verdaderamente un gran conversador.

Me sorprendí a mí misma con los latidos desaforados de mi corazón y el temblor de mis manos. Ni siquiera lo tenía enfrente, nos comunicábamos a través de una pantalla, de forma escrita, él no podía verme... ¿Por qué estaba tan nerviosa? Seguramente esta conversación marque un antes y un después en mi vida, porque ahora ya no puede ignorarme. No sabe físicamente quién soy (no le mostré una foto mía, tal vez adrede o quizá inconscientemente, y mediante la descripción física que le hice no pudo reconocerme; ni siquiera asociándome como escolta de la bandera, él nunca me prestó atención), pero aunque sea sabe que existo. Sabe que hay una “Almendra” que tuvo un agradable diálogo con él, aunque no la asocie con nadie físico real. La charla terminó con un “nos vemos mañana en el cole” de su parte... Yo ya sé quién es él. Ahora depende de él intentar averiguar quién soy yo. ¿Lo hará? ¿Preguntará a alguno de sus amigos si conoce a una chica llamada Almendra que está en 2º año? ¿O debo yo ir a saludarlo y presentarme, diciéndole que es conmigo con quien estuvo conversando esta noche? ¿Me lo permitirá mi cobardía? ...

Ahora veré si puedo conciliar el sueño... ojalá la ansiedad y el nerviosismo me lo permitan. Me aterra pensar si me buscará mañana o si quedaré archivada como un fantasma del mundo virtual.

Almendra*